Ella regaba margaritas en el frondoso jardín, cuando ya sabía que tras la ventana él la observaba con un deseo bueno. Al rato sintió en su cuerpo una alegría que hacia muchos años había añorado, pero no sabía que al final se ejercería de un modo tan tremendamente mundano y casual. Por mucho tiempo prefirió olvidarse del mundo y descansar de todos los desencuentros de su juventud, que ya la estaba perdendo.
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